sábado, julio 22, 2006

No me odies!!


Hoy me siento demasiado triste, han pasado unos días desde que se terminó lo que nunca empezó (si sé, suena extraño, pero es así), por más que pienso y pienso en lo que pasó, no logro entenderlo ni entenderme a mi, es que son tantas cosas y una en particular, la que más me duele y de la que solo yo soy responsable.

“Mi maldita y odiosa indecisión”

Ahora que ya todo se acabó, me siento rara, quizás sí llegué a quererlo, no en la medida en que él lo deseaba, pero sí en lo que mi corazón podía. Sé que el sentimiento y lo que digo aquí no cambia en nada la decisión tomada, decisión que creo nos hará mejor.

Solo espero que no me odies!!!

martes, julio 11, 2006

Sofía y mis lágrimas.

Hace tanto tiempo que no iba a un funeral, la verdad no me agrada asistir, pero el acompañar a lo dolientes cuando son cercanos, es importante. Hay gente que se lo pasa en esto, aunque ni siquiera conozcan al muerto, no entiendo, rodearse de la muerte, impregnarse con olor a flores, el típico aroma a velorio, a mí en lo personal no me gusta, me hace doler la cabeza, el olor a los lilium me marea.

La gente llora, la mayoría vestidos de negro y yo, con un abrigo rosado, me siento como bicho raro en medio de todos ellos. No siento pena mientras le hacen el responso, en realidad me alegra que una señora con cáncer, por fin tenga el descanso eterno, por fin deja esta tierra que nos ve sufrir, un alma que deja atrás el dolor, los llantos las melancolías, los problemas… en fin, todo lo que nos aqueja.

La gente camina tras el ataúd y yo hago lo mismo, a paso lento. La gran mayoría se ve triste, hay otros que ríen. La lluvia cae, hace frío, el aire pega fuerte sobre mi cara.

Recuerdos de hace un par de años se me vienen a la cabeza mientras camino, cuando mi mami (abuela) falleció, ver a esa gente que está pasando por lo mismo que pasé hace tiempo, es penoso. Ahora que veo el dolor desde lejos, logro entender a todos los que me acompañaron cuando mi mami murió.

Sofía le escribió una carta a su abuela, siempre lo hacía y esta no fue la excepción, tiene 7 años y una fortaleza envidiable, la miro detenidamente leer la carta en frente de todos, creo que yo no tendría el valor de ella en un momento así, pero los niños son sorprendentes, un par de lágrimas ruedan por sus rosadas mejillas, golpeadas fuertemente por el frío, se quiebra, pero no deja de leer y logra hacerme llorar.

Mientras el ataúd baja a la fosa, la lluvia cae copiosamente en medio de numerosos paraguas que disimulan las lágrimas de los asistentes…y obvio las mías.