lunes, mayo 22, 2006

29 de diciembre del 2002.-

29 de diciembre del 2002, recuerdo ese día como si fuera ayer.

El teléfono sonaba, mientras intentaba abrir la puerta, en cada ring mi corazón se agitaba. Venía llegando después de un día lleno de trabajo, en casa no había nadie y el teléfono no dejaba de sonar.

- Alo?
- Pamela?
- Sí, Cristina?
- Pame, tengo que decirte algo y no sé cómo.
- Que pasa? No me asustes (mi corazón estaba a mil)
- Mi abuelita.
- Que pasa con mi mamí? Le dije.
- Es que…(se hizo una pausa que me pareció una eternidad)
- Que pasa?!... dime!
- Pame, mi abuelita murió!
- Noooooo, Dios mio no, pero como?… Cristi, me voy al hospital ahora.
- Cuídate.


Solté el teléfono, creí desvanecer, pero mi cuerpo reaccionó, no me di tiempo de ponerme algo más cómodo, con tacón alto y cartera salí corriendo, no pasaba ni un maldito colectivo, las lágrimas no paraban y yo seguía corriendo.

Hice parar un colectivo:

- (Entre sollozos le dije al conductor) Al hospital por favor.
- Por supuesto, suba.


En el vehículo, el viaje fue eterno, no paré de llorar, es que no lo podía creer, el día anterior había estado con ella, se veía bien, me prometió que iba a luchar por vivir, al parecer sus fuerzas no fueron suficientes y la lucha fue poca.

Hacía un ratito atrás estaba tan feliz y de golpe Dios me daba con ésta noticia, no sabía si culparlo por mi dolor y el abandono que me provocaría o darle las gracias por calmar la agonía de mi Mami.

Llegué, mi madre me esperaba afuera y me aferré a ella en un cálido abrazo, lloramos juntas, sentí mis hombros tan pesados, tenía miedo de entrar y encontrarme con aquella escena de dolor. La tomé del brazo y caminamos por los pasillos silenciosos y fríos, nunca me gustó ese lugar, me daba pánico tan sólo pasar por fuera, pero ahí estaba, caminando por un laberinto que parecía no tener salida, yo necesitaba una vía de escape y cada vez nos alejábamos más. Íbamos camino a la morgue.

Encontramos la salida y me abalance a la puerta, aire puro, por fin respiraba aire, caminamos un poco más y ahí estaba, una construcción de cemento, alta y de puertas negras. “Si quieres, no entres” dijo mi madre, “no te preocupes, necesito verla ahora”.

Abrí la puerta de aquel gélido lugar y la vi, ahí estaba ella, me acerqué y tomé su mano, sentí la tibieza de su cuerpo, vestida con su camisón blanco, le acaricié su cabello teñido de canas, parecía dormida (desee que lo estuviera), la abracé, la becé y lloré.


Lo demás… no lo contaré… es tan doloroso que las lágrimas no me dejan escribir.

3 comentarios:

M dijo...

es muy triste todo... me dejaste con penita, mi abuela lleva varios dias en cama, no quiere comer... y a mi me da pena llamarla porque no se que decirle, pero debería :*

Joel dijo...

Mi abuelita materna falleció el 27 de diciembre de 2002.

Hace mucho que no escribo de aquello. Tal vez uno de estos días. Espero.

Tu escrito me devolvió mucho de mi vida a principios de la década.


Joel S.

Anónimo dijo...

si se como te sentiste, yo me sentia igual hace 11 años...... como se dice a veces no hay respuestas solo preguntas

besos
Hector